History of Spain
El cuento de la Lechera
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Había una vez en un pequeño pueblo una joven llamada Inés. Era conocida por ser muy soñadora, siempre imaginando un futuro mejor.
Un día, después de ordeñar las vacas en la granja, comenzó a pensar en cómo mejorarían las cosas si tuviera más dinero.
Sus padres la mandaron al pueblo a vender la leche. Iba con el cántaro de leche imaginando todo lo que ganaría vendiéndola.
“La leche es muy cremosa y se venderá enseguida”, se decía, a sí misma, “con lo que saque podré comprar tres gallinas. Las gallinas pondrán huevos y de estos nacerán hermosos pollitos. Cuando estos crezcan podré volver al mercado y venderlos y con lo que saque seguro que me da para comprar muchas más gallinas, que pondrán más huevos” y pronto se vio a sí misma como una granjera exitosa con gran cantidad de animales y una gran fortuna.
Tan absorta estaba en sus pensamientos que tropezó con una piedra y la cántara de leche, cayó al suelo y se rompió derramando todo su contenido. Inés se quedó parada, mirando la leche derramada, con lágrimas en los ojos y desconsolada. Todos sus sueños de riqueza se habían desvanecido en un instante.
Con el corazón apesadumbrado, Inés regresó a casa con las manos vacías pensando que sus padres se disgustarían cuando les contara lo sucedido.
Inés aprendió de su error poniendo más atención a lo que estaba haciendo y comprendió que no hay que construir castillos en el aire y que es importante vivir el presente con diligencia y humildad.
Aunque este tropiezo le costara una cántara de leche, aprendió una valiosa lección que nunca olvidaría.
¿Sabías que este cuento, original del fabulista griego Esopo, fue también reescrito por otros autores como La Fontaine y Samaniego ?
Realización Borja Gómez de Mendoza.
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Un día, después de ordeñar las vacas en la granja, comenzó a pensar en cómo mejorarían las cosas si tuviera más dinero.
Sus padres la mandaron al pueblo a vender la leche. Iba con el cántaro de leche imaginando todo lo que ganaría vendiéndola.
“La leche es muy cremosa y se venderá enseguida”, se decía, a sí misma, “con lo que saque podré comprar tres gallinas. Las gallinas pondrán huevos y de estos nacerán hermosos pollitos. Cuando estos crezcan podré volver al mercado y venderlos y con lo que saque seguro que me da para comprar muchas más gallinas, que pondrán más huevos” y pronto se vio a sí misma como una granjera exitosa con gran cantidad de animales y una gran fortuna.
Tan absorta estaba en sus pensamientos que tropezó con una piedra y la cántara de leche, cayó al suelo y se rompió derramando todo su contenido. Inés se quedó parada, mirando la leche derramada, con lágrimas en los ojos y desconsolada. Todos sus sueños de riqueza se habían desvanecido en un instante.
Con el corazón apesadumbrado, Inés regresó a casa con las manos vacías pensando que sus padres se disgustarían cuando les contara lo sucedido.
Inés aprendió de su error poniendo más atención a lo que estaba haciendo y comprendió que no hay que construir castillos en el aire y que es importante vivir el presente con diligencia y humildad.
Aunque este tropiezo le costara una cántara de leche, aprendió una valiosa lección que nunca olvidaría.
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