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History of Spain
Antonio Machado: vida y mejores poemas
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Antonio Machado nace en Sevilla, pero se forma en Madrid, en la Institución Libre de Enseñanza y en los Institutos San Isidro y Cardenal Cisneros. Viajó a Francia y fué Catedrático de francés en Soria, ciudad decisiva en su trayectoria literaria y personal, tal como refleja en Campos de Castilla, una de sus obras más importantes. Una vez destinado en Madrid escribe obras de teatro con su hermano Manuel y se enamora de la poetisa Pilar de Valderrama, la Guiomar de sus poemas. En 1939, muere en el exilio, en Francia, unas semanas antes del final de la Guerra Civil Española. Se le considera el gran poeta de la Generación del 98.

A continuación escucharás tres de los mejores poemas de Antonio Machado:

-Anoche cuando dormía
-Caminante no hay camino
-Soria fría, Soria pura

En el poema Anoche cuando dormía, de fuerte sentimiento religioso, Antonio Machado compara a Dios en un sueño, con el agua y con el sol.

Anoche cuando dormía

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía
dentro de mi corazón.

Di, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?


Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas
blanca cera y dulce miel.
Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.

Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.

En el que es posiblemente el más famoso de sus poemas, Caminante no hay camino, Antonio Machado hace una reflexión sobre la vida, comparándola con un camino que no existe y que uno mismo va haciendo en la medida que avanza hacia lo que quiere lograr.

Caminante no hay camino

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse…
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino,
Sino estelas en el mar.

En el poema Soria fría, Soria pura, Antonio Machado declara su amor por la ciudad castellana a la vez que la melancolía por el paso del tiempo que la ha deteriorado.

Soria fría, Soria pura

¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!

¡Muerta ciudad de señores
soldados o cazadores;
de portales con escudos
de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la medianoche ululan,
cuando graznan las cornejas!

¡Soria fría! La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna


Documentado por: Olegario Llamazares García-Lomas
Lectura de poemas: Teresa Mencos Valdés

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