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Jiddu Krishnamurti: El despertar de la conciencia
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Krishnamurti desafía las estructuras mentales convencionales y nos invita a explorar la naturaleza de la mente humana. Nuestra mente está condicionada por las experiencias pasadas, por nuestras creencias y nuestras expectativas que nos impiden ver la realidad tal cual es.
Krishnamurti propone examinar la razón de la existencia, con la búsqueda de la verdad, de la que nadie tiene la exclusividad.
Sostiene que la verdad no puede ser encontrada idealizando a las personas o aceptando una autoridad externa como la de los líderes, que nos imponen sus ideales y nos impiden desarrollar nuestro propio conocimiento. Tampoco puede ser encontrada la verdad con la acumulación de conocimientos pues la mente tiene que estar libre de la arrogancia y de la vanidad. La verdad debe ser descubierta por uno mismo mediante la observación directa.
Nos propone que la única manera de cambiar el mundo no es con ningún tipo de ideología como el comunismo, el socialismo o el capitalismo. La única forma posible es cambiando nosotros mismos, con un cambio interior.
Para que esta transformación interna se produzca es necesario conocernos a nosotros mismos. Para conocerse a uno mismo, la mente debe abrirse a lo nuevo a través de la observación directa y con una atención plena, debe estar libre de todo prejuicio, toda creencia y de toda idealización. Por tanto, la transformación interna se produce al vernos en el espejo de la relación con las personas, con las cosas, con el dinero o con las ideas.
Krishnamurti nos invita a investigar la relación entre el observador y lo observado, sostiene que la división entre el sujeto y el objeto es una ilusión creada por la mente. En realidad, no hay separación entre el observador y lo observado. Si tenemos un ataque de ira, la ira no es distinta de nosotros, somos en ese momento la ira.
El pensamiento es una herramienta útil pero limitada dado que tiende a dividir el mundo en categorías y conceptos, creando así́ una falsa sensación de separación entre nosotros y el mundo que nos rodea. La palabra o la idea de una cosa, no es la cosa, por ejemplo, la palabra “árbol, no es el árbol”, en consecuencia, la realidad creada por el pensamiento no es la verdad.
A través de la meditación podemos observar el movimiento de nuestros pensamientos, la actividad de la mente sin juzgar ni interferir. A través de esta observación silenciosa podemos comenzar a ver claramente la naturaleza de nuestra propia conciencia y examinar nuestra actividad en cuanto a lo que hacemos, lo que pensamos y lo que sentimos.
El miedo al futuro, a lo que va a ocurrir, a la soledad, es un proceso del pensamiento, la palabra miedo no es el miedo, como un cuadro de una montaña no es la montaña.
El acceso a la divinidad solo es posible con la desaparición total del ego, de lo que creemos ser, que es toda la acumulación de recuerdos, de experiencias y de prejuicios. La conexión con la vida se produce a través de una atención plena del mundo que nos rodea y esto nos conduce al amor y solo a través del amor es posible la paz.
En memoria de Manuel Soto Díez.
Realizado por Sofía Crespi de Valldaura
Krishnamurti propone examinar la razón de la existencia, con la búsqueda de la verdad, de la que nadie tiene la exclusividad.
Sostiene que la verdad no puede ser encontrada idealizando a las personas o aceptando una autoridad externa como la de los líderes, que nos imponen sus ideales y nos impiden desarrollar nuestro propio conocimiento. Tampoco puede ser encontrada la verdad con la acumulación de conocimientos pues la mente tiene que estar libre de la arrogancia y de la vanidad. La verdad debe ser descubierta por uno mismo mediante la observación directa.
Nos propone que la única manera de cambiar el mundo no es con ningún tipo de ideología como el comunismo, el socialismo o el capitalismo. La única forma posible es cambiando nosotros mismos, con un cambio interior.
Para que esta transformación interna se produzca es necesario conocernos a nosotros mismos. Para conocerse a uno mismo, la mente debe abrirse a lo nuevo a través de la observación directa y con una atención plena, debe estar libre de todo prejuicio, toda creencia y de toda idealización. Por tanto, la transformación interna se produce al vernos en el espejo de la relación con las personas, con las cosas, con el dinero o con las ideas.
Krishnamurti nos invita a investigar la relación entre el observador y lo observado, sostiene que la división entre el sujeto y el objeto es una ilusión creada por la mente. En realidad, no hay separación entre el observador y lo observado. Si tenemos un ataque de ira, la ira no es distinta de nosotros, somos en ese momento la ira.
El pensamiento es una herramienta útil pero limitada dado que tiende a dividir el mundo en categorías y conceptos, creando así́ una falsa sensación de separación entre nosotros y el mundo que nos rodea. La palabra o la idea de una cosa, no es la cosa, por ejemplo, la palabra “árbol, no es el árbol”, en consecuencia, la realidad creada por el pensamiento no es la verdad.
A través de la meditación podemos observar el movimiento de nuestros pensamientos, la actividad de la mente sin juzgar ni interferir. A través de esta observación silenciosa podemos comenzar a ver claramente la naturaleza de nuestra propia conciencia y examinar nuestra actividad en cuanto a lo que hacemos, lo que pensamos y lo que sentimos.
El miedo al futuro, a lo que va a ocurrir, a la soledad, es un proceso del pensamiento, la palabra miedo no es el miedo, como un cuadro de una montaña no es la montaña.
El acceso a la divinidad solo es posible con la desaparición total del ego, de lo que creemos ser, que es toda la acumulación de recuerdos, de experiencias y de prejuicios. La conexión con la vida se produce a través de una atención plena del mundo que nos rodea y esto nos conduce al amor y solo a través del amor es posible la paz.
En memoria de Manuel Soto Díez.
Realizado por Sofía Crespi de Valldaura